Reconocer

El valor del reconocimiento como creador de energía emocional en las organizaciones.

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Lo que se pierde por no reconocer

Otra de las lecciones importantes que tuve como jefe, fue uno de esos malos jefes que a veces le tocan a uno. Era un tipo muy soberbio, de esos que siempre tienen la razón. Que son veloces para contestar con una frase hiriente. Era alguien trabajador e inteligente, pero un personaje no muy agradable. Siempre estaba en una posición “sobradora”. Muy pocas veces hacia algún reconocimiento a alguien y cuando lo hacía, terminaba con una broma de mal gusto hacia la persona. Un verdadero desastre. Cómo había llegado a esa posición, para mí, era un misterio. Pero allí estaba.

En uno de sus viajes de visita a la región, como de costumbre, los distintos gerentes presentábamos logros, desafíos y planes. Nosotros estábamos contentos y orgullosos de los avances. Íbamos bien con los resultados y las perspectivas del año se veían auspiciosas. Teníamos proyectos que trascendían la región y que tenían impactos significativos. Colegas de otros países venían a ver los proyectos y su instrumentación para llevarlos a sus organizaciones. Eran épocas muy difíciles, sin embargo, estábamos superando las circunstancias con creces y seguíamos creciendo. Trabajábamos muy duro.

Este señor se dedicó en cada una de las presentaciones a denigrar a cada uno de quienes presentamos. Era como si estuviera buscando la quinta pata al gato. Todos nos habíamos esmerado en las presentaciones para mostrar lo que habíamos logrado, los desafíos que veíamos por delante y nuestros planes para superarlos. No hizo ni un solo comentario positivo a nadie. Nunca más me olvidé de eso. Lo aprendí a fuego. Por eso siempre digo que un mal jefe es una fabulosa oportunidad de aprender… ¡Lo que no hay que hacer!

Se requiere mucha energía emocional para enfrentar desafíos importantes

Hay que festejar todos los logros. Se requiere mucha energía para subir cumbres elevadas. Y el reconocimiento genuino es una de las más poderosas fuentes de energía. Eso no quiere decir ser complaciente (que es el primer paso hacia el fracaso). Al contrario. Demandar la excelencia es lo que mantiene a una organización vital y valiosa (igual que a las personas). Pero una cosa es ser exigente y otra es no valorar los logros.

En una organización que quiera ir a su máximo potencial, la excelencia es una forma de vida. Son organizaciones altamente demandantes de las capacidades de cada individuo. Es un ambiente exigente, de mejora permanente. En un ambiente así, se necesita aprender continuamente. Hacer cosas de formas distintas. Hacerlas mejor. Hacer cosas nuevas. Lograr resultados extraordinarios, siempre. Pero, para eso se necesita mucha energía emocional. El reconocimiento es una forma de estimular ese progreso y alentar al esfuerzo. Es una de las fuentes de energía más valiosas.

¿Por qué el reconocimiento importa?

Si queremos saber el impacto de un reconocimiento efectivo basta con que cada uno haga un poco de memoria y recuerde un momento en su vida donde recibió un reconocimiento que lo impactó. Si se ubica en qué fue lo que ocurrió, por qué se lo dieron, qué pasó, quién se lo dio, y hace el esfuerzo de recordar todos esos detalles, podrá revivir las emociones que le produjo. Hemos hecho este ejercicio con miles de personas y les hemos pedido que narren esas historias. Cuando lo hacen, muchos se emocionan nuevamente rememorando ese momento especial.

Y cuando les pedimos que identifiquen los factores comunes a todas las historias, nos encontramos siempre con los mismos: fue dado por alguien relevante para la persona (un maestro, una madre, un DT, un jefe); fue genuino, sentido auténticamente por la persona que lo entregó. Y cuando preguntamos ¿Cómo te hizo sentir? Las respuestas tienen casi todos los siguientes factores comunes: tuvo un impacto emocional muy fuerte en la persona que lo recibió, la hizo sentir importante, valiosa y la cargó de energía para seguir. Quizás fue sorpresivo, pero a la vez, merecido (había hecho algo para merecerlo). Y, lo más interesante, cuando les preguntamos qué les dieron en el momento del reconocimiento… lo importante fueron las palabras (mucho más que el diploma, o la estatuilla o hasta el cheque). Cada uno conserva esos recuerdos como momentos especiales por la experiencia vivida.

El reconocimiento es fundamental para apreciar genuinamente el logro de los resultados deseados y expresar visiblemente ese aprecio. Es hacerle saber a la persona que su esfuerzo es valioso porque fructifica en una contribución relevante para que el equipo y la organización ganen.

Pero no solo es un mensaje importante para la persona a la que se reconoce. También comunica a todos que la contribución individual es notada y apreciada. Reconocer, es un reforzamiento positivo, una acción que produce la repetición de un comportamiento deseado. Reconocemos para convertir la conducta que queremos en hábito.

Los comportamientos son función de las consecuencias

Sabemos que el comportamiento de una persona es función de sus consecuencias. (Comportamiento = f(Consecuencias)). Y sabemos que todo comportamiento reforzado positivamente se repite. Pero cuidado porque también sabemos que todo comportamiento sin reforzamiento positivo se extingue. Cuántas veces hemos visto como alguien lleva a su jefe una tarea hecha de una nueva manera, agregando mejoras sustanciales y la reacción del jefe ha sido de indiferencia. Cuando esto ocurre, apaga las ganas de mejorar.

El impacto del reconocimiento es tal que instala el desempeño positivo, deseado. Tiene un impacto emocional tal que genera más compromiso, sostiene el alto desempeño, anima y levanta el espíritu. Motiva, enciende en las personas el “motor interno” que las impulsa a dar lo mejor de sí. El reconocimiento genera satisfacción, compromiso, esfuerzo discrecional, más energía emocional.

No se trata de la palmada en la espalda por cualquier cosa. Se trata de un acto genuino que puede ir desde un simple “gracias” hasta un premio en un evento masivo. Pero los reconocimientos deben ser específicos, la persona debe saber claramente por qué se le está reconociendo. Solo así lo sentirá auténtico y valioso.

Elogie también el esfuerzo. Parte de la creación de la mentalidad de crecimiento de la que habla Carol Dweck es reconocer el proceso por el cual se obtiene el resultado. Apreciar la intensidad del esfuerzo para lograr los objetivos puede dar a esa persona el aliento para que se sienta poderosa en adquirir nuevas habilidades y en conquistar nuevos logros.

Todos necesitamos ser apreciados

Siempre resulta significativo ser reconocido y apreciado por un trabajo bien hecho. Las personas necesitamos sentirnos necesitadas y saber que nuestra contribución es valorada. El reconocimiento del logro genera satisfacción y compromiso, y nos permite sostener la intensidad del esfuerzo. En el trabajo, cuando otros relevantes –un jefe, un par o un miembro del equipo–valoran nuestra contribución, nos inspiran para seguir el camino de la excelencia.

Dar un reconocimiento puede ser tan reconfortante como recibirlo. Cuando vemos la excelencia en otra persona y la reconocemos, no sólo la ayudamos a alcanzar un desempeño extraordinario y a desarrollarse profesionalmente, también expandimos nuestras propias capacidades… también nosotros nos volvemos mejores profesionales y personas. 

Cuando las organizaciones reconocen y celebran el logro, las personas se sienten desafiadas a dar lo mejor de sí, a aprender continuamente y a hacer una contribución significativa al bienestar de otros y al bien común. El hábito del reconocimiento crea un ambiente de trabajo en el que la cooperación y la asociación productiva se desarrollan con vigor.

El valor del reconocimiento como creador de energía emocional en las organizaciones.

Por eso la gente quiere ser parte de equipos ganadores, compartir el esfuerzo que implica toda conquista de victorias resonantes y disfrutarla, saborear la alegría por el trabajo bien hecho y los logros obtenidos.

Es enorme el poder del reconocimiento en la creación de energía emocional que es lo que nos mueve a los seres humanos.


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