Recientemente publicamos una guía llamada “Un Gran Jugador de Equipo Remoto” en la que presentamos 6 grupos de consejos prácticos para Individuos y Equipos que trabajan de esta forma. El evento de lanzamiento fue trasmitido por Zoom y participaron 17 países. A quienes asistían, con su inscripción les pedimos enviar previamente “preguntas asesinas” que quisieran que respondiera el panel de Xn que conduciría el evento de presentación de la guía. ¡Nos llegaron más de 300 preguntas! Previo al evento las leímos, clasificamos y contestamos en el evento en vivo. Una de las preguntas más repetidas fue “¿cómo hacemos para desarrollar la confianza cuando trabajamos distanciados?”.
Como todos sabemos, la confianza no se decreta. Cada uno tiene que ganarse la confianza de los demás. Cuesta mucho tiempo y se puede romper en un instante. Trabajando a la distancia el desafío es aún mayor.
En un entorno remoto las personas tienen que tomar un rol mucho más proactivo para fomentar un contexto propicio para que emerja la confianza. En el entorno de trabajo remoto, lo único que realmente “se ve” del otro, son los resultados, lo que entrega. No vemos ni el esfuerzo, ni la dedicación, ni las actividades que realizan las personas.
Cuando las personas no pueden ver lo que sus colegas están haciendo, pueden caer en la trampa de pensar: “yo trabajo mucho y los demás no trabajan tanto como yo”. Eso puede ser muy injusto. Como decimos en la guía, “los supuestos son las termitas de las relaciones”. Por eso lo primero que tenemos que hacer, si queremos ser un motor de generación de confianza en nuestro equipo, es eliminar esta clase de pensamientos. Si queremos que los demás confíen en nosotros, empecemos primero nosotros por confiar en los demás. Esto no quiere decir no hacer seguimiento de los compromisos de cada uno, pues, al fin y al cabo, somos responsables por los resultados.
Pero en este ambiente donde no estamos viendo a nuestros colegas, tenemos que tomar la iniciativa para entender las circunstancias que los rodean. El 80% de las personas que trabajan en forma remota lo hace desde su casa. Con todas las ventajas y eventuales desafíos que eso conlleva. Más aún ahora, con el confinamiento provocado por la pandemia.
La proactividad de cada individuo es determinante en estos contextos. Se necesita mucha más proactividad que cuando estamos en el escritorio de al lado para generar espacios de conversaciones más personales con nuestros colegas, para saber cómo están, qué les está pasando. Una de las cosas que genera más conflicto en los entornos remotos es lo que llamamos la distancia de contextos: el no saber qué le está pasando al otro y suponer, sacar conclusiones solo con nuestra visión. Esos espacios que se dan en forma totalmente natural en la oficina, cuando nos tomamos un café, en el almuerzo o cuando nos sentamos al lado de nuestros colegas no se generan automáticamente en el mundo remoto. Tenemos que provocarlos. No es nada difícil, pero requiere tomar la decisión y llamar o agendar reuniones (quizás 15 minutos simplemente) para interesarnos por cómo están nuestros colegas, además de los resultados esperados.
Otra forma de generar confianza es tener un proyecto desafiante en conjunto: “ser compañeros de equipo para jugar un partido difícil”. Es allí donde se puede compartir más tiempo, donde la complementariedad es apreciada y se puede construir la relación. Se pide ayuda cuando se necesita y se ayuda cuando otro lo precisa. Se compromete y se entrega. Se da aliento cuando alguien lo necesita. Muchas personas están esperando todo esto de sus colegas. Nuestra sugerencia es que, en lugar de esperar, comiences tú siendo un ejemplo de lo que pretendes de los demás.
Te invitamos a profundizar sobre estos consejos en “Un Gran Jugador de Equipo Remoto”.
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