¡Ya se van a dar cuenta que yo tenía razón!

Muchas veces nos preguntan ¿cómo se construye la confianza en un equipo? Sin dudas es difícil construirla, hay mucho trabajo para hacer.

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Muchas veces nos preguntan ¿cómo se construye la confianza en un equipo?  Sin dudas es difícil construirla, hay mucho trabajo para hacer. En el libro Algo + Grande, el poder del equipo para lograr lo imposible, hablamos en detalle sobre lo que se necesita para desarrollar la confianza, pero hay un tema en particular en el que me gustaría profundizar.  En un equipo, la forma en la que cada uno de nosotros nos comportamos es determinante, sobre todo en momentos críticos y de incertidumbre. En esos momentos es cuando queda en evidencia quiénes son parte del equipo y quiénes no. Quiénes viven la actitud de equipo y quiénes no. 

Uno de los momentos donde se puede construir o destruir, es en la toma de decisiones. Seguramente muchos de nosotros hemos participado de alguna reunión para tomar una decisión en equipo donde defendimos nuestra posición, hasta que llegó el momento de decidir y la decisión finalmente no es la que nosotros preferíamos. 

Cuando te vas de la sala y estás fuera de la reunión, ¿qué haces tú generalmente? ¿defiendes la decisión? ¿o la criticas? ¿Qué le dices a personas que estuvieron ajenas a la toma de la decisión? 

Quizá hayas escuchado alguna vez la frase: “¡ya se van a dar cuenta que yo tenía razón!”. Si lo que queremos es construir confianza en el equipo, ¿este comportamiento es el más adecuado? 

Los tres tiempos

Existen tres tiempos en toda decisión:

1. El tiempo del debate

2. El momento de la toma de decisión 

3. El tiempo de ejecución.  

Y así operan los equipos de alto desempeño. Debaten, deciden y luego ejecutan, sin detenerse, todos a la par. ¡Son ejecutivos! Sin embargo, a veces nos encontramos con personas que debaten, deciden y luego siguen debatiendo, debatiendo y debatiendo.

¿Cuándo les queda entonces tiempo de ejecutar algo? ¡Muy poco ejecutivos! ¿Qué clase de equipo quieres tener?  

Debate hasta el consenso 

Es muy sano discutir sobre alternativas y sus riesgos, sus ventajas y desventajas. Es importante darse tiempo para debatir, pero también es importante notar que el tiempo de debate no es infinito y que hay un punto en el cual hay que elegir una opción. Al final quedarán algunas alternativas y el equipo deberá elegir una y, para eso, deberá llegar a un consenso. Existe una confusión importante de lo que significa llegar al consenso en una decisión del equipo.

Un consenso no es unanimidad, ni una negociación donde cada uno tiene algo de lo que quiere. Un consenso significa que todos entienden la decisión y prometen implementarla pública y privadamente, aunque la opción seleccionada no sea la suya o su preferida. En lugar de preguntar al final de cada decisión “¿estamos todos de acuerdo?”, una mejor pregunta sería: “¿tenemos un consenso?”. Si la respuesta es no, deberían seguir conversando para conseguir el consenso. Una forma de promover el consenso es preguntar, sistemáticamente, ¿“qué es lo mejor para el equipo”? Esta pregunta es muy poderosa y puede ayudar con alguna posición personal que este trabando la posibilidad del consenso. 

El consenso a veces se llega por unanimidad, otras veces por mayoría, pero muchas veces se llega por minoría. Por ejemplo, el especialista de un tema decide y todos lo acompañamos, o muchas veces la dirección es quien decide. Nada de esto impide que, exista un consenso. 

La decisión del equipo y “mi” decisión

Toda decisión tiene incertidumbre. No tenemos toda la información, si la tuviéramos no sería una decisión, sería una conclusión. El problema es que en una decisión seguramente falten datos y por lo tanto existen riesgos. 

En general, la incertidumbre es valorada en forma diferente dependiendo de la persona y de su rol. Por ejemplo, el responsable de Calidad quizá prefiera no diversificar la oferta de servicios para dedicar más recursos a cada uno y reducir los riesgos de calidad.  Mientras que el responsable Comercial quizá prefiera vender más, aceptando los riesgos de calidad. Si fuera una decisión individual, cada uno podría tomar una decisión diferente. Pero, obviamente, solo puede haber una decisión en nombre del equipo. Las decisiones individuales y las decisiones de equipo son algo distinto.  

Y cuando se toma una decisión del equipo y hay posiciones encontradas, en ese preciso momento, es donde se evidencia quiénes tienen actitud de equipo y quiénes no. Quiénes son capaces de abandonar el “yo” por el “nosotros”. Quiénes son capaces de entender que lo mejor para el equipo, quizá no sea lo mejor para mí (o para mi área).

Comprender que la decisión es la decisión del equipo y no mi preferencia personal, es lo que pone en evidencia a las personas que viven la actitud de equipo. Es “dar lo mejor de sí y estar dispuesto a hacer lo que sea necesario hacer para que el equipo gane” -del libro No Más Pálidas-. 

Pero cuidado, si bien las personas con actitud de equipo se van a sacrificar apoyando la decisión, los demás tienen la obligación de ayudarlo, porque eso también es actitud de equipo. Cuando se toma una decisión en equipo, es importante comprender mejor cómo afecta a cada uno la decisión tomada. Una buena práctica es promover que cada individuo comparta sus preocupaciones y los riesgos que siente que está asumiendo, y luego trabajar en equipo para minimizar dichos riesgos. Por ejemplo, apoyando con recursos o brindando ayuda para comunicar la decisión.  

Acuerdos para la toma de decisiones

Acordar reglas para la Toma de Decisiones es una herramienta poderosa que puede ayudar a la construcción de confianza en un equipo.

Por ejemplo, una de las reglas que tenemos en el equipo de Xn es: “Nos comprometemos a nunca decirnos “yo te dije”. Sí podemos decirnos “tú me dijiste”.  Luego de tomada la decisión quizá el tiempo indique que otra alternativa hubiera sido mejor. Con el diario del lunes todo es más fácil de ver. Pero en el momento que se decidió y al no contar con toda la información, tuvimos que elegir y aceptar, en equipo, los riesgos. Como no era una conclusión, sino una decisión, la alternativa elegida no puede ser una certeza. Recriminar a alguien o al equipo un tiempo después no sirve para nada salvo para destruir la confianza. 

La confianza y la toma de decisiones

Si quieres tener un equipo de alto desempeño, ejecutivo y que fomente la confianza, asegúrate que:

  • Todos los miembros de tu equipo comprenden la diferencia entre una decisión individual y una decisión del equipo. 
  • Todos acepten que puede haber muy distintas posiciones para llegar a una decisión de equipo.
  • Si bien es lógico que cada uno tenga sus preferencias frente a la incertidumbre y que es sobre esas preferencias que fundamentan su decisión individual, al final deben abandonar el “yo” por el “nosotros”.
  • Cualquiera sea la decisión, los individuos tienen que apoyar al equipo y el equipo tiene que apoyar a los individuos.
  • Es conveniente acordar las reglas para tomar decisiones del equipo.

Finalmente, rodéate de gente que esté dispuesta a defender a capa y espada las decisiones consensuadas y que, si hay que discutirla porque algo no está funcionando bien en la ejecución, vuelven a la misma mesa donde se tomó esa decisión a plantear un posible cambio. Personas que estén dispuestas a aceptar la siguiente regla:


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