¿La IA va a sustituir a las personas?
Seguramente la mayoría de las personas ha escuchado la frase “nos van a sustituir las máquinas” más de una vez. Es cierto que la tecnología puede sustituir ciertos puestos de trabajo, lo cual no es nuevo, sucede desde hace muchos años: la revolución industrial (Siglo XVIII-XIX) por ejemplo afectó a los artesanos textiles y tejedores. Si vamos más atrás en el tiempo siguiendo un razonamiento similar, podríamos decir que el arado, inventado en el 3000 A.C. sustituyó a grandes grupos de recolectores o cultivadores, o que la rueda inventada alrededor del 3500 AC afectó el trabajo de quienes transportaban cosas, o que la palanca que se usa desde la prehistoria, 5000 AC, afectó el trabajo de las personas que trabajaban en la construcción. Y si miramos después de la revolución industrial, lo mismo ha sucedido con la invención del automóvil, los avances en el mundo de la computación, el advenimiento de internet y un sinfín de innovaciones. Pero, todo esto ¿fue solo una amenaza? o ¿hizo que las personas progresivamente a lo largo de tiempo hayan podido acceder a “trabajos más humanos”? ¿Podríamos imaginarnos un mundo sin estas “tecnologías”? ¿nos gustaría ver a algunas personas trabajando sin ellas?
En realidad, lo que ha ocurrido a través del tiempo y con la ayuda de nuevas tecnologías es que la humanidad se ha reconvertido y se han generado empleos con mayor “valor humano”: más seguros, más creativos, más significativos, impactando positivamente tanto a los trabajadores como a los receptores de sus productos y servicios. Y la realidad indica que la velocidad de la innovación se ha acelerado como nunca y continuará haciéndolo. En particular con el enorme fenómeno de la Inteligencia Artificial. No podemos negar que la IA ya está transformando nuestras formas de trabajar, colaborar y tomar decisiones. Cuanto antes lo reconozcamos y aceptemos la idea, antes comenzaremos a usarla en forma correcta y podremos aprovechar toda la potencia que tiene para mejorar la calidad de vida de todos.
¿Es el equipamiento o el guitarrista?
En el mundo de la guitarra existe un debate infinito de que tan importante es el equipamiento para que la guitarra suene bien. Queremos tener el mejor amplificador, los mejores pedales, la mejor guitarra. Sin duda que todo esto hace al sonido final. ¿Pero de que sirve todo esto si no aparece la persona que pueda tocar la guitarra? Una persona que “decida tocarla”, que “aprenda”, que “experimente”, que “escuche el resultado”, que “pivotee”, que “cree”, que “sienta”, que “conecte con los que lo escuchan”. Los grandes maestros de la guitarra logran un sonido hermoso, no importa la guitarra que tengan en sus manos, incluso con una guitarra de juguete. Para lograr ese sonido, hay una enorme energía emocional que los mueve -los motiva- a cada mañana levantarse a poner toda su pasión en dominar esa tecnología (la guitarra) para su propio disfrute. Pero hay algo que les da aún más energía y les provoca más voluntad para superarse: el impacto positivo que produce su música en otros.
Obviamente hay algo más allá de la tecnología ¿no? Para mí eso es lo que nos hace humanos. Nuestra voluntad para movernos, la consciencia que nos permite elegir hacia donde movernos porque tiene un “sentido” hacerlo. Movernos hacia algo que dé forma a un propósito relevante. Ese propósito es nuestra capacidad de impactar positivamente en otros. Y, cuando lo hacemos, lo que logramos es un enorme impacto positivo en nosotros mismos. Nos permite conmovernos con los demás y cargarnos de energía emocional que vuelve a alimentar nuestra voluntad. Es un círculo virtuoso. Como dice Enrique Baliño: “La inteligencia no alcanza, se necesita voluntad. He conocido mucha gente muy inteligente que nunca hizo nada”.
Sin el guitarrista no hay nada. Es verdad que el sonido es mejor con cierto equipamiento. Entonces, se trata de una sinfonía entre lo humano y la tecnología.
Algo + Grande: la sinfonía entre lo humano y lo artificial
En Xn estamos integrando la inteligencia artificial para que las organizaciones liberen su máximo potencial en forma más eficiente. Estamos aprendiendo internamente y con nuestros clientes y ajustando a medida que avanzamos. Hoy la estamos usando para optimizar el viaje de un grupo de personas a un equipo de alto desempeño. Creemos que la IA puede acelerar procesos, facilitar decisiones complejas y liberar tiempo para que las personas se enfoquen en lo que realmente importa.
Si bien todos los equipos son diferentes, los siguientes ejemplos pueden ilustrar algunas de las aplicaciones concretas que ya estamos implementando en nuestros servicios al acompañar a nuestros clientes:
Gran desafío: La IA nos ayuda a definir metas alcanzables pero ambiciosas, a monitorear el avance en tiempo real y anticipar desvíos, fortaleciendo el foco colectivo en el logro de resultados exigentes.
Personas competentes y complementarias: La tecnología facilita la visualización de objetivos individuales y el estado actual y los planes de acción. También construimos una plataforma que evalúa las habilidades de liderazgo y gestión de cada individuo y ayuda a las organizaciones a construir planes de desarrollo personalizados que permiten monitorear el nivel de habilidades reales que cada uno (no solo que cursos tomó).
Reglas de funcionamiento: La IA nos permite automatizar flujos de trabajo, registrar acuerdos, medir cumplimiento y detectar cuellos de botella, haciendo que las reglas sean vivas, visibles y más fáciles de sostener.
Propósito común: La IA nos acelera el proceso para construir un texto poderoso y motivador que refleje el propósito y también, a través de las plataformas de gestión, puede mostrar el impacto del trabajo en tiempo real, conectando los objetivos individuales con la estrategia y con el propósito mayor, reforzando el aporte individual a través de datos que cuentan historias.
Valores compartidos: Nos ayuda a hacer específicos y observables los comportamientos que demuestran que una persona viva un valor o no y sistematiza los procesos de RH para ayudarnos a construir un contexto que nos asegure que todos, además de lograr los resultados, vivan los valores acordados.
Confianza mutua: Nos permite instalar procesos clave para mejorar las relaciones interpersonales, como el feedback entre pares con el fin de fortalecer el cuidado mutuo dentro del equipo.
En conclusión, si bien la IA puede ayudarnos en muchas cosas, son las personas que integran el equipo las que al final hacen que el equipo sea de alto desempeño o no, son los músicos que toman estos instrumentos y construyen la sinfonía.
¿Qué tenemos que hacer entonces?
En un mundo donde las máquinas aprenden cada día más, nuestro verdadero desafío no es competir con ellas, sino recordar lo que solo nosotros podemos ofrecer: visión, empatía, voluntad, sentido, propósito. Permitamos que la inteligencia artificial nos acompañe, nos potencie, nos rete. Pero sin olvidar que lo verdaderamente extraordinario ocurre cuando un conjunto de personas se afina como un equipo y se animan a tocar algo más grande.