¿Qué hace eficaz a un líder?
“No eres un gran líder si no traes energía y alegría a tus compañeros de equipo” ~. Tom Crean
Más de una vez nos habrán escuchado decir: “jefe te nombra alguien, líder te nombran quienes te siguen.” De jefe a líder, hay un importante trecho. En lo que podríamos llamar “el viaje de jefe a líder”, entender el impacto de los comportamientos del jefe en su gente, es vital.
Peter Drucker describió este impacto en forma sucinta y clara diciendo: “Los buenos líderes Generan y Dirigen las Energías Humanas”. ¡Solo la genialidad de Drücker puede poner algo tan importante en un tuit!1
Analicemos esta frase en sus dos partes; la primera: la generación de energía humana.
Los comportamientos de una persona generan o destruyen la energía
Pongámoslo de esta manera: todos los días, varias veces por día, cada jefe tiene interacciones con su gente. Puede ser un intercambio de palabras en su oficina o en un corredor…o una reunión presencial o remota, corta o larga. Puede ser un correo electrónico o un WhatsApp. Cada una de esas instancias es una oportunidad que tiene el líder de generar esa energía vital que se necesita para el logro de resultados.
Es allí donde cada una de las personas percibe y evalúa los comportamientos de su jefe, ya sea los verbales o los no verbales. Y es allí donde se produce la magia, porque cada individuo hace una evaluación de esos comportamientos, basada en sus percepciones. Es allí, en cada interacción, donde se produce o se destruye energía.
Recuerdo que tuve un jefe que era un genio, no necesariamente generando energía, sino todo lo contrario, destruyéndola. Hasta cuando me comunicaba lo que debería ser una excelente noticia (un reconocimiento o un aumento de sueldo, por ejemplo), lograba hacerme sentir mal. En vez de hacer de ese momento un evento de alegría, de reconocimiento y de estímulo, lograba transformarlo en todo lo contrario. En seguida daba paso a su lado demoledor, haciéndome sentir que, en realidad, el reconocimiento, o no era oportuno, o no era merecido. Era imposible volver a trabajar inmediatamente después de una conversación de ese estilo. Yo tenía gente a cargo y no quería que me vieran en ese estado. Sentía que no podía entusiasmar a nadie así. Muchas veces, después de esas situaciones, daba un par de vueltas a la manzana para oxigenarme.
Eso me pasaba a mí y a todos mis colegas. Las reuniones eran insoportables. El ambiente que creaba este jefe desde el primer momento era dañino. Su gesto era siempre adusto y malhumorado. Si encontraba algo que estaba mal, lo señalaba insistentemente. Permanentemente ponía a las personas en un lugar realmente incómodo. Les aseguro que este mal jefe me enseñó mucho sobre lo que no hay que hacer.
Eventualmente, muchos jefes ni se dan cuenta del daño que hacen con sus comportamientos. Por eso siempre decimos que los comportamientos de los jefes no son neutros. Pueden generar esa energía emocional imprescindible o destruir a las personas.
Grandes logros necesitan grandes cantidades de energía emocional
Es básico comprender que, si queremos resultados extraordinarios, vamos a necesitar mucha energía emocional de nuestra gente para lograrlos. Grandes logros necesitan grandes cantidades de energía emocional. Simplemente porque ese el combustible de los seres humanos.
Nadie quiere trabajar con un jefe que está permanentemente enojado o que es pesimista, que ve todo oscuro, que se comporta como que todo está mal. Esos son malos jefes porque no solo no contagian energía, sino que la destruyen. Los buenos líderes son la fuente fundamental de energía emocional del equipo. Por eso son tan importantes. Son los primeros responsables de crear energía en la organización. Los buenos líderes, además de tratar de que cada interacción genere energía en cada una de las personas, crean contextos para que cada uno de los miembros del equipo esté entusiasmado y comprometido a construir algo más grande. Y como que no hay tregua, eso es, literalmente, todos los días. Y, vale aclarar que también tienen conversaciones difíciles, muchas veces duras cuando hay que tenerlas, pero siempre con la convicción de hacer que las personas den lo mejor de sí.
¿Hacia dónde dirigir la energía?
La otra parte del “tuit” de Drucker se refiere a la dirección. “…. Dirigen la energía”. Generar energía por generarla no es el asunto. ¿Hacia dónde? Debería ser la siguiente pregunta. Muchas veces vemos gente trabajando mucho, “dejando todo en la cancha”, pero sin objetivos claros. Por otro lado, vemos jefes enojados porque las cosas no salen. Y cuando investigamos qué está pasando, encontramos que los jefes no han acordado objetivos claros con su gente. La gente trabaja mucho, pero sin dirección. No está claro el entregable final. El jefe ha fallado en definir y/o aclarar los resultados deseados con su equipo. Las personas trabajan frenéticamente en una miríada de actividades, pero no se sabe qué se espera en términos de resultados ni colectivos, ni individuales. Como me dijera un gran amigo: “el principio de la gestión por objetivos es que hay que tener, en primer lugar, objetivos y, después, ¡gestión!”.
En primer lugar, los jefes deben tener claro sus objetivos y hacer que su gente los conozca. Si bien esto parece ser de Perogrullo, no es algo tan obvio en muchas organizaciones. La falta de objetivos claros, comunicados y compartidos con la gente es uno de los errores más comunes que cometen los jefes y les trae muchísimos dolores de cabeza, generan malentendidos, rispideces, malhumor y deterioran las relaciones y el clima de la organización. Por el contrario, una de las primeras cosas que hacen los buenos líderes es dar claridad de rumbo. Cada uno en el equipo sabe que qué es lo que hay que lograr entre todos y cuál es la contribución especifica específica de su rol y, por lo tanto, su responsabilidad individual.
Así que, la frase de Drücker tiene un contenido significativo al que deberíamos darle toda su dimensión.
Pregunta 1: ¿cada uno de los miembros de tu organización tienen claros los objetivos del equipo como un todo? ¿Y los suyos individuales? ¿Están claros los entregables?
Pregunta 2: en cada interacción que tenés con cada una de las personas de tu equipo, ¿generás energía emocional? ¿La persona sale de la reunión/conversación/mail/etc. con ganas de superarse y con más compromiso?
A veces, cuando facilitamos talleres de liderazgo les hacemos la siguiente historia graciosa a los participantes para que recuerden su rol. El padre, en la mañana va a despertar a su hijo y le dice: “Jorge, buen día…”. … El hijo totalmente dormido, se da vuelta en la cama. El padre insiste: “Jorge, buen día, levántate.”. Lentamente, el hijo abre los ojos y en una especie de murmullo le dice algo así como “howba”. “Dale”, repite el padre, “a levantarse, que vas a llegar tarde al colegio.” El hijo se acomoda un poco en la cama, se frota la cara lentamente y le dice al padre, serio: “mira papá, hoy, no voy a ir al colegio. Y te voy a dar tres razones por las cuales no voy a ir: la primera, es porque estoy muy cansado. La segunda es porque no me gusta el colegio y la tercera es porque los niños me hacen burla.”.
El padre, con voz calma y firme le responde: “bueno Jorge, yo te voy a dar 3 razones por las cuales sí tenés que ir al colegio: la primera es porque ir al colegio es tu obligación, la segunda es porque tenés 50 años y la tercera es porque sos el director del colegio.”.
Los buenos lideres son los primeros responsables de generar esa energía emocional que permite a las personas desarrollarse y lograr cosas que, a priori, parecen imposibles. Esa energía hay que generarla todos los días. Ese es su rol.