🇵🇾 Asunción: Taller de Equipo (6CDE)

TALLER

6 claves para desarrollar un equipo

23 y 24 de mayo, Asunción

09:00 a 18:00 hrs.

Desarrolla tu máximo potencial

¿Cómo transformar un grupo de trabajo en un equipo de alto desempeño?

 

Convertir sus grupos de trabajo en equipos de alto desempeño es uno de los desafíos más importantes que deben enfrentar los líderes. Cuando lo logran, los miembros del equipo sienten el orgullo de pertenecer a ¨algo + grande” y esa energía eleva los resultados.

¿Qué hace eficaz a un líder?

El hecho de que varias personas trabajen juntas en un mismo lugar y para una misma organización no los convierte en un equipo. Es muy diferente un verdadero equipo a un grupo de trabajo. Un verdadero equipo es el que logra resultados superiores en forma sistemática y del que las personas se sienten orgullosas de formar parte.  

Este es uno de los desafíos más importantes que deben enfrentar los líderes. Cuando lo logran, los miembros del equipo sienten el orgullo de pertenecer a ¨algo + grande” y esa energía eleva los resultados.  

En este taller, los participantes descubrirán los factores determinantes para la construcción de un equipo de alto desempeño, y las claves para tomar decisiones y ejecutar las acciones necesarias para transformar sus grupos de trabajo en equipos de alto desempeño.

Temas que aborda el taller

¿Cómo desarrollar un equipo para lograr Algo + Grande?

Un equipo de alto desempeño siempre se plantea grandes desafíos, se propone hacer algo grande. No se queda en la zona de confort. Asume riesgos.

 

Cuando hablamos de un gran desafío hablamos de algo difícil de lograr.

 

Las personas se juntan, trabajan en equipo, para lograr algo más grande de lo que podrían lograr de forma individual. Un equipo de alto desempeño es aquel que logra resultados superiores y, por lo tanto, lo primero que debería plantearse son objetivos superiores. Si un equipo se propone objetivos mediocres será un equipo mediocre.

Son las personas que integran el equipo el factor determinante del éxito o del fracaso, del logro de los resultados y del ambiente de trabajo (lo que llamamos «clima organizacional»). Y , por lo tanto, no cualquiera puede ser parte de un equipo que quiera ser de alto desempeño. Al final de cuentas, son las personas las que hacen que las cosas pasen.

 

Por más obvio que esto parezca, frecuentemente observamos en las organizaciones y/o en los jefes, una especie de complacencia con respecto a las personas que forman parte de un equipo. Algunos dicen «es lo que me dieron». Y no dedican tiempo y energía a definir claramente qué personas necesitan. Otros trabajan incansablemente para lograr resultados cada vez más exigentes sin detenerse a pensar cómo está compuesto el equipo, cómo puede reconfigurarse o cómo puede estructurarse en base a las personas con las que se cuenta.

A diario escuchamos en las empresas frases como las siguientes:

  • «A mí nadie me dijo que yo tuviera que hacer…»
  • «Esa decisión la tenía que tomar yo… ¿por qué no me involucraron?»
  • «Nuestras reuniones no sirven para nada…»
  • «No se lo digas a José, pero se está equivocando. Yo ni loco hago lo que me pidió».

 

La falta de claridad acerca del rol que uno desempeña, el rol de los demás y la forma en la que interactúan, es algo que observamos muy frecuentemente en los grupos de trabajo. Si las personas no saben quién hace qué ni cómo comunicarse, además de que se van a «pisar» o van a dejar «puntos ciegos», les va a resultar muy difícil coordinar el trabajo.

 

Los equipos de alto desempeño acuerdan reglas de funcionamiento (escritas o no) que son respetadas por todos los integrantes. Estas reglas permiten a todos tener claro cuál es su rol y el de los demás y entender y llevar a la práctica cómo se coordina y sincroniza el trabajo. Cuando no existen, y abundan los supuestos o malentendidos, se generan fricciones o conflictos  que deterioran el desempeño del equipo.

Los equipos, además de un gran desafío, necesitan descubrir su propósito común, darle a su trabajo una dimensión y un sentido más profundo y más poderoso.

 

Este elemento tiene un efecto mucho más energizante en los miembros del equipo y es necesario si se aspira lograr metas realmente elevadas. Cuando las metas son deseadas y relevantes para todos y cada uno de los miembros, el nivel de compromiso y pasión es muchísimo más elevado. Genera mucha más energía emocional. Los equipos más exitosos han descubierto este propósito común. 

 

La experiencia me ha mostrado que este es uno de los aspectos más difíciles de clarificar. Pero cuando está claro y es compartido por todos, el equipo despliega una energía y una fuerza que le permite ir mucho más allá de lo esperado.

Si bien honramos las diferencias, las apreciamos y las promovemos, hay algunas cosas en las que no puede haber ninguna diferencia. Esas son el conjunto de valores compartidos.
 

Y no alcanza solo con declarar que compartimos los valores. Cada uno, con sus dichos y actos, debe demostrar que los «vive» todos los días. Los valores que se viven se hacen visibles en los comportamientos verbales y no verbales de cada miembro del equipo en cada situación que enfrentan.

Los equipos de alto desempeño comparten un conjunto de valores que los diferencia de otros y que les genera una identidad específica como equipo. Esos valores se reflejan en actitudes  y comportamientos.

La magia de un equipo aparece cuando emerge la confianza. La confianza no se decreta, se gana y es lo que finalmente evidencia la existencia o no de esa conexión emocional más profunda. La confianza es un factor estrechamente ligado a todos los factores antes mencionados. Hay mayores posibilidades de que florezca en un equipo cuando lo integran personas competentes con valores compartidos, cuando hay metas colectivas claras, cuando hay un propósito común y cuando se trabaja con una estructura clara y conocida por todos y con reglas de funcionamiento. Si esto no existe, es como pretender que una rosa crezca en un desierto. Puede ocurrir, pero las condiciones no son las más propicias.

La confianza requiere tiempo. Cuando las personas trabajan juntas, demuestran que son competentes en lo que hacen, se esfuerzan por lograr metas compartidas, viven conflictos y los resuelven, se apoyan en situaciones complejas hasta que finalmente se conocen y sienten aprecio por los demás: en ese momento es cuando emerge la confianza.

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