El viaje de emprendedor a empresario

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El siguiente nivel de la organización: dueño de empresa – emprendedor – empresario

Cuando miramos la evolución de las organizaciones identificamos, en el arranque, una o varias personas que fueron las responsables de la idea original y de su convicción del posible resultado. Es el inicio para llevar el sueño a la realidad.

La concepción del fundador o los fundadores de empresas puede variar. En la mayoría de los casos se trata de emprendedores que arrancaron con sus ideas vigorosas. En algunos casos, el objetivo es desarrollar un emprendimiento sustentable, a muy largo plazo, que requiere, a la larga, procesos y gestión profesional. En otros casos, quizás sin darse cuenta de que, para poder tener un crecimiento sustentable, los procesos y la gestión profesional son absolutamente básicos, el objetivo es armar una organización donde la familia encuentre trabajo. Es muy frecuente ver que el objetivo de muchos padres es que sus hijos hereden la empresa y la lleven adelante.

Pero esto muchas veces se contrapone con el hecho de hacer un emprendimiento que va mucho más allá de la familia. Es obvio, pero vale la pena recalcarlo, que no necesariamente los hijos serán, por ser hijos, buenos ejecutivos. En muchos casos la siguiente generación adquiere las habilidades de gestión profesional y las empresas se siguen desarrollando, pero en muchos otros casos eso no es así.

Porque cuando se quiere crecer a nuevos niveles, las competencias de liderazgo y de gestión son imprescindibles. Y es imprescindible ser consciente de la necesidad.

Sin embargo, muchos excelentes emprendedores, gente inteligente y valiosa, no llegan a reconocer lo importante que son las competencias de liderazgo y gestión. La necesidad de definición de la estrategia, de la gestión, de la fijación de objetivos, de las evaluaciones de desempeño, de la administración y gestión de la compensación, de la gestión del cambio, de las capacidades de ejecución sistemática -de hacer que las cosas pasen.

De seleccionar, desarrollar, motivar y retener a los mejores para el equipo (con lo opuesto: enfrentar los problemas de desempeño y actitud y resolverlos), de crear un excelente clima organizacional, de generar el ambiente de confianza que saca lo mejor de cada individuo. De hacer del lugar de trabajo algo disfrutable y no un martirio. De ser antes que nada justo, honesto/genuino/auténtico y competente, y así poder reclamarlo a los demás. De hacer más y discutir menos. De lograr los objetivos. Y de reinventar sistemáticamente la organización y sus productos y servicios llevándola a nuevos niveles de desempeño.

En un mundo que cambia cada vez más rápido, las capacidades de liderazgo y gestión son determinantes para la supervivencia y el desarrollo de las organizaciones. Las organizaciones no pueden desarrollarse y crecer si sus jefes no cuentan con estas habilidades.

Por eso muchas empresas llevadas adelante por excelentes emprendedores, que no son conscientes de esa necesidad, chocan en algún momento del crecimiento de la organización con problemas de estructura, de sistemas, de falta de métodos y procesos, y con problemas mucho más graves aún: la falta de habilidades para desarrollar personas y equipos. Porque, al final de cuentas, desarrollar una organización es desarrollar a las personas.

Esta carencia tiene fuertes impactos en el crecimiento y en el ambiente de trabajo. A veces los dueños no pueden desarrollar sus propias capacidades ni entienden la necesidad de desarrollar las capacidades de liderazgo y gestión de los jefes. Todo esto comienza a producir múltiples contratiempos que llevan al estancamiento y muchas veces a la caída.
La confusión es importante porque muchos emprendedores o dueños de empresas no son conscientes de esa necesidad y mucho menos de las inversiones necesarias en el desarrollo de las personas.

Nuevas habilidades

El hecho de reconocer que desarrollar una organización a nuevos niveles requiere otras habilidades, no es algo menor. Es un gran paso. Ser consciente de esta necesidad habilita posibilidades de mejora de las capacidades de liderazgo y gestión que requieren las organizaciones para poder transformarse en su máximo potencial.
Por eso, ser conscientes de que ésta es una nueva profesión, con todos los elementos de lo que es una profesión, es un paso tan importante. Además, esta profesión (como todas) requiere de su cultivo. No alcanza con los conocimientos o las habilidades desarrolladas.

¿Cuáles son las habilidades necesarias para llevar adelante una organización?
Se necesita aprender a Definir o ajustar la Estrategia. Aprender a instalar procesos sistemáticos y eficientes para poder mejorar la Gestión. A crear, desarrollar y sostener equipos de alto desempeño, que converjan en un solo equipo (el de la organización). Aprender a liderar a las personas y a liderarse a sí mismo. Aprender a manejar el proceso de cambio necesario para poder transformar la organización. Aprender a “subir” a otros a los cambios. Poder definir un propósito noble y saber cómo se crea, se desarrolla y sostiene una cultura organizacional centrada en el cliente y en base a resultados y valores.

La profesión tiene múltiples modelos conceptuales, metodologías, herramientas, etc. como tiene cualquier profesión. Dominar todos esos elementos es lo que dará a alguien la posibilidad de desarrollarse a sí mismo y desarrollar personas que desarrollarán el negocio (o el propósito último de la organización). El liderazgo no es carisma. No es hablar con más alto volumen. Es una profesión que se puede aprender y hay que cultivar.
Hay un ingrediente que agrega complejidad a esta profesión: las personas.
Todos los individuos somos distintos y reaccionamos de diferentes maneras ante las mismas situaciones. Los seres humanos somos, además, un ser emocional que aprendió a pensar (y no al revés) por lo que son nuestras emociones, mucho más que lo racional, las que están en juego. En cada conversación, en cada interacción en cada comportamiento, visible o no visible, hay un impacto emocional que se intercambia y que tiene consecuencias. Ese impacto puede sacar lo mejor de una persona o destruirla. El peso específico de todos los comportamientos -verbales y no verbales (los silencios tienen, a veces, mucho más impacto que cualquier otra cosa) de los jefes es mucho más grande y por eso tiene ese poder energizante o agobiante.

Es por eso por lo que tenemos que recordar permanentemente, por más obvio es parezca, que las organizaciones son personas. El proceso de desarrollo de estas personas es lo que le dará a la organización su capacidad de logro y permanencia.

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