Jordan siempre pudo volar, ganar campeonatos no jugando solo

En los grandes equipos no hay lugar para aquellas personas que no son capaces de confiar en sus colegas ni para aquellos que no pueden abandonar su ego y dejar que otros brillen para que el equipo gane.

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Es curioso observar los primeros años en la vida deportiva de Michael Jordan jugando en la NBA. Estaba absolutamente despegado de todos. Sus habilidades eran increíbles, hacía jugadas casi de malabarismo, podía volar y encestaba como nadie. Por esto era sistemáticamente elegido el mejor jugador. Sin embargo, a pesar de ser la estrella más importante de la NBA, en todo ese período no pudo ganar ni un solo campeonato.  

De jugar solo a jugar con los demás

Eso fue así hasta que llegó Phil Jackson como nuevo director técnico de los Chicago Bulls y empezaron a aplicar una estrategia completamente distinta. En vez de jugar PARA Jordan y salirse del medio, empezaron a jugar CON Jordan. Él aprovechaba todas sus fortalezas, pero también comenzó a aprovechar las fortalezas de los demás. 

Jordan dejó de marcar entre 50 y 60 puntos por partido pero, sin embargo, comenzaron a ganar campeonatos. ¡Ganaron 6! ¡Esto es el poder del equipo!

Cuando jugaban PARA Jordan, el resto de los cuadros sabían muy bien cómo ganarles. La estrategia era muy simple. Aplicaban “las reglas Jordan”. Entre todos lo marcaban a él y se acababan los Chicago Bulls.   

Las personas ganan partidos, los equipos ganan campeonatos

Pero cuando empezaron a jugar todos, los partidos cambiaron sustancialmente. En ese juego colectivo ya no había solo un jugador al que había que anular. Ya no era Jordan al único que no se podía descuidar. Jordan se transformó en un mejor jugador aún, habilitando a sus compañeros de equipo con pases precisos e inesperados. En muchas ocasiones, cuando sus adversarios pensaban algo que habría sido obvio, que la pelota se la iban a pasar a Jordan para el punto final, él buscaba al compañero que estaba más desmarcado para que convirtiera. Ese cambio de estrategia, tan simple pero tan contundente, fue lo que les permitió convertirse en un equipo mucho más poderoso y finalmente, conquistar los tan anhelados anillos de campeones. Phil Jackson tiene una frase brillante que refleja esta forma de pensar: “Los buenos equipos terminan siendo grandes equipos cuando las personas confían tanto en sus colegas que abandonan el yo por el nosotros”.

Juntos somos algo + grande

Luego de los Chicago Bulls, Phil Jackson ganó 5 campeonatos más con Los Ángeles Lakers y por eso, se convirtió en el entrenador con más campeonatos ganados en la historia de la NBA (11 en total). El entrenador más exitoso de una de las ligas deportivas más competitivas del mundo nos trasmite un fuerte mensaje que deberíamos escuchar en todas las organizaciones. En los grandes equipos no hay lugar para aquellas personas que no son capaces de confiar en sus colegas, ni tampoco para aquellos que no pueden abandonar su ego y dejar que otros brillen para que el equipo gane.

Porque esa fuerza avasallante que apreciamos en los equipos de alto desempeño se libera solo cuando los individuos colaboran a otro nivel. Y esa fuerza avasallante es la que permite lograr cosas que a priori parecen imposibles, cosas que un solo individuo no puede lograr.


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