Es común escuchar en las organizaciones que “el equipo no está motivado”. En este post analizamos el concepto de liderazgo según Peter Drucker, profundizando en cómo motivar a nuestros equipos hacia un propósito común.
Equipos que no están motivados
Con frecuencia los ejecutivos observan que sus equipos no están motivados y se preguntan: ¿Por qué? ¿Qué puedo hacer?
Muchas veces esta pregunta esconde el problema, porque quien tiene la responsabilidad de llevar adelante al equipo – el coordinador, el jefe o el ejecutivo – no se incluye a sí mismo. La experiencia muestra que si un equipo no está motivado, aunque puede deberse a diversos factores, la atención debe ponerse en primer lugar en el liderazgo.
El liderazgo para motivar
Peter Drucker, el gran pensador y asesor sobre temas de management, decía que los líderes “generan y dirigen las energías humanas”. Aunque es “el recurso básico” de las organizaciones, es el “más escaso”.
En el siguiente link profundizamos sobre el factor liderazgo y su rol en la transformación organizacional.
Motivación significa ponerse en marcha. Es energía en movimiento. Pero esa energía, como dice Drucker al inicio de su frase, hay que generarla.
Auto-motivación
Los individuos por sí solos tienen mayor o menor capacidad para auto-motivarse, o como se dice últimamente para “auto-liderarse”, esto es, para generar energía propia para pasar a la acción. Aquí es clave el factor emocional. Cuando nuestras emociones son positivas, activamos energía, y aunque estemos cansados seguimos adelante igual. Cuando son negativas, nos agotamos rápidamente. Es como si abriéramos un grifo por el que nos vaciamos de energía. Las emociones positivas son el combustible que necesitamos los seres humanos para poder tener logros.
En la vida tenemos experiencias positivas y negativas y es clave que cada persona sepa manejarlas.
Generar las energías colectivas
Más allá de cómo gestione cada persona su motivación, en la mayoría de los equipos, la generación o destrucción de energía depende principalmente del liderazgo reinante dentro del propio equipo. Hay líderes negativos que generan energía negativa. Exigen cumplimiento en lugar de crear compromiso. Apelan al temor en lugar de la confianza. Y hay líderes que entusiasman, que confían y son confiables y que generan buena energía.
Cuando hablamos de desarrollo de liderazgo positivo, hablamos de desarrollarlo en todos los miembros del equipo. Sin embargo, la persona que ocupa la posición con mayor jerarquía y autoridad (jefe), al poseer un mayor poder formal, es la que tiene el mayor impacto sobre los demás. Si un jefe genera emociones negativas, aunque sus miembros tengan una enorme capacidad para “digerir lo desagradable”, ese equipo tiene más posibilidades de sentirse desmotivado.
La buena noticia es que el liderazgo positivo se puede desarrollar en las personas, en los equipos y en las organizaciones. Si usted quiere hacer algo diferente a esperar que esto ocurra milagrosamente, le proponemos el siguiente proceso:
- Describa junto con su equipo los comportamientos observables que quieren que todos los líderes tengan – construyan un modelo de liderazgo.
- Evalúen a las personas para asegurarse que tienen esos comportamientos. Esto lo puede hacer con conversaciones uno a uno o instaurar un proceso de feedback 360.
- Construya un plan de desarrollo para cada una de las personas. Esto puede implicar capacitación y coaching de personas con más experiencia y alineación a estos comportamientos.
- Ejecute ese plan de desarrollo.
- Si la persona avanza en su desarrollo entonces vuelva al paso 2. Pero si hay en el equipo una persona que es un agujero negro de energía, un pálido esférico, y luego de conversar reiteradamente no se observan los cambios esperados, usted ya sabe lo que tiene que hacer, si su prioridad es realmente generar este tipo de liderazgo. Por más información le recomendamos el artículo ¿Excelencia técnica o trabajo en equipo?
Dirigir las energías
En la segunda parte de su frase Drucker dice que los líderes “dirigen” esas energías.
Lo que quiere decir es que no alcanza con generar energía. Es necesario que esa energía no se disperse, no se pierda, que la energía esté dirigida en una misma dirección, hacia un desafío compartido.
Es frecuente que los miembros de los equipos no tengan clara la respuesta a la pregunta “qué queremos lograr”. Esta pregunta tiene dos partes. La primera es: ¿Cuáles son las metas compartidas por el equipo? Una meta debe ser clara y de fácil comprensión, debe ser relevante para el equipo y para la organización (alineada a la estrategia) y debe tener una fecha límite para su realización. De hecho, si su equipo tiene un problema de motivación, quizá una de las primeras preguntas que debería hacer es: ¿el equipo tiene una meta clara, que realmente sea importante y genere stress sano? Hemos visto muchos equipos donde el principal problema de motivación es que no tienen un desafío interesante, hacen lo mismo todos los días. Al igual que en los deportes, tienen que existir campeonatos para generar y dirigir esa energía. Si su equipo no tiene un campeonato que jugar una posible alternativa es crear uno!
La segunda parte de la pregunta es: ¿Cuál es el propósito común? El propósito es ese algo – más grande, quizás hasta más noble – que va mucho más allá de una meta. El propósito es algo emocional. A nivel individual, es aquello que es más profundo e importante para cada persona. Tiene que ver con valores, con logros relevantes que hacen que la persona sienta que lo que hace es parte de algo más significativo donde tiene la posibilidad de sentirse realizada.
El propósito común
Cuando los miembros de un equipo trabajan por un propósito colectivo que coincide o tiene aspectos en común con su propósito individual, despliegan una energía adicional, porque lo que está en juego es mucho más que una meta. Uno puede tener miembros de un equipo con excelentes habilidades y con ética de trabajo, que pueden estar entregando una contribución significativa. Aún así, esto puede ser una relación transaccional. El propósito es un elemento de diferenciación clave, generador de una relación mucho mas profunda con la tarea en cuestión.
Cuando se cuenta con un propósito que es querido por todos, éste actúa como un factor de identidad, de cohesión y de energía emocional muy superior que une a todos los miembros en pos de una causa. El propósito común además de compromiso, genera resiliencia, esa capacidad de reponerse ante la adversidad. Es en el contexto adverso donde el propósito puede ayudar a cada persona a seguir adelante con determinación y hasta fortalecerse ante el desafío.
A veces definir el propósito común es complejo. A pesar de eso, siempre es importante que los equipos profundicen en este tema.
¿Cómo construimos un futuro compartido?
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La motivación de los equipos y el éxito organizacional van de la mano. Para generar esa energía emocional que se necesita para logros significativos los buenos líderes:
- Identifican qué distingue a cada uno: cuáles son las fortalezas distintivas de cada uno de los miembros del equipo para que cada uno brille y se sienta especial. Sienta que contribuye en forma significativa al resultado final … y algo más… a algo superior, que da sentido.
- Encuentran lo que es común a todos: qué los apasiona a todos por igual. Tienen que encontrar el propósito, identificar qué los mueve a todos.
En Xn Partners hemos diseñado soluciones (desde conferencias y talleres hasta servicios hechos a medida) para ayudar a las organizaciones a definir metas desafiantes, osadas e inspiradoras, a reflexionar y provocar los diálogos que identifiquen un propósito común alineado con el propósito individual de las personas, y a instalar los procesos que desarrollen un liderazgo positivo en toda una organización: ¡Organizaciones sin pálidas!
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